Como diría Enrique Bunbury, uno de los cantautores zaragozanos preferidos de Vir, "Entre dos tierras estás". Moncayo, crestas entre dos tierras, Zaragoza (Aragón) y Soria (Castilla y León).
Nuestro viaje al Moncayo tuvo mucho de improvisado: sabíamos que llegaríamos en bici y que acamparíamos. Aún no teníamos mucho entrenamiento en distancia como para animarnos a ir desde donde vivíamos en ese momento, entonces decidimos tomarnos un tren de cercanías desde Alagón (en la provincia de Aragón) hasta Cortes de Navarra (provincia de Navarra).
Ok, ¿qué me queda por escibir con ese amanecer frente a nosotros?
Acá pueden ver el mapa de pueblos que atravesamos en esta aventura en bici: cuando Virginia me propuso hacer esta travesía no tenía ni idea en qué me estaba metiendo.
Pueblos que parecen como quedados en el tiempo, pero lejos de eso, están llenos de vida e historias de sus habitantes.
Fréscano nunca lo había oído nombrar siquiera. Éste pueblo, por ejemplo, podrías recorrerlo en una tarde. Se trata de pueblos que hace no muchos años tenían el doble de habitantes y actualmente, por ejemplo, a Fréscano lo habitan 235 personas aproximadamente. Este pueblo es encantador: sus callejones, sus casas bajas, muchas de adoba y sus faroles encendidos cuando el sol cae son algunas cosas que destacan de él. Sin embargo, la vorágine con la que se vive en estos tiempos y la necesidad de ir en búsqueda de más oportunidades de trabajo en ciudades capitales producen el fenómeno o problemática, mejor dicho, de la "España vaciada".
Uno de los pueblos más nostálgicos, más tocadores de alma fue Ainzón. Con sus 1130 habitantes este pueblo te invita a quedarte: su gente maravillosa, sus callejones con bares y su aspecto antiguo harán que lo recomiende si estás por la comarca del campo de Borja.
Acá capturo a Vir desde mi bici, a punto de hacer la curva previa a la entrada al pueblo (temperatura de la foto: 35ºC, con suerte):
En ese camino que fuimos haciendo a medida que pedaleábamos, nos encontramos con Agón que, para nuestra sorpresa, es un pueblito de viñedos:
Imposible no parar la marcha para capturar las vides, con lo que nos apasiona el mundo del vino.
La carpa (o tienda de acampar) fue nuestro hotel durante unos días. Elegimos una tienda que compramos en Amazon teniendo en cuenta que debía cumplir con dos requisitos: 1. Caber dos personas. 2. Ser ultraliviana y ultraportable. En cuanto a lo primero, sacando que el techo se nos cayó encima porque no la sabíamos armar bien, cumplió. Por lo segundo, excelente, esta carpa marca High Peak, pesa solo 500 gramos, ideal para llevarla si tu vehículo no tiene motor, como el nuestro.
Viajar sin ataduras, sin pesadas mochilas, rolear por los caminos aragoneses en nuestras amadas bicis, atravesando pueblo a pueblo mientras nos acercamos al enorme gigante de piedra ha sido una travesía emocionante, que te iremos describiendo en más de un post. Esperamos que disfrutes tanto como nosotras disfrutamos del viaje y de su recuerdo a través de esta historia.